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Una historia de Navidad: luz en los días oscuros


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Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de nieve y frío, una plaza que cada año se iluminaba con miles de luces por Navidad. Pero aquel año, algunas luces habían dejado de brillar. La gente caminaba deprisa, preocupada por sus asuntos, y muchos parecían haber olvidado la sonrisa.

 

En medio de la plaza había un niño que, a pesar del viento y la nieve, caminaba sosteniendo una pequeña luz en la mano. No era grande ni poderosa, pero la mantenía con fuerza, como si su propia esperanza dependiera de ella. Cada persona que pasaba a su lado veía aquella luz y sentía un pequeño calor en el corazón. Algunos se detenían a mirar, otros sonreían y, sin saber cómo, comenzaban a caminar un poco más erguidos, un poco más tranquilos.

 

Ese niño no podía encender todas las luces del pueblo, pero su pequeña chispa inspiró a que otros tomaran su propia luz y la añadieran a la plaza. Pronto, el frío no parecía tan intenso, ni la oscuridad tan profunda. La plaza volvió a brillar, porque cada luz contaba, y cada gesto de coraje y esperanza ayudaba a encender la siguiente.

 

A veces, en la vida real, nos encontramos en momentos donde todo parece difícil. Pero, como el niño de la plaza, cada paso que damos, cada esfuerzo, cada pequeño acto de perseverancia puede iluminar nuestro camino y el de quienes nos rodean. No hace falta esperar grandes milagros: la luz comienza con una chispa, con un gesto que nos recuerda que siempre hay esperanza y posibilidades.

 

SOLI está gestionado por la Unión General de Trabajadoras y Trabajadores (UGT), pertenece a la convocatoria SOIB Orientación Itinerarios Integrales de Inserción, promovido por el SOIB y ha contado con la cofinanciación de la Unión Europea (FSE+)

 

 
 
 

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